martes, 10 de junio de 2014

El Príncipe Mendigo, naufragio en Bagdad

Por Urania Berlin en LQSomos*
Existen, no muchas, versiones del cine clásico de aventuras utilizando como motivo el exotismo del lejano Oriente ya sea en las fantasías de los cuentos fabulados de Las Mil y una Noches (Sabu, MariaMontez), las andanzas de un aventurero perdedor con vibrante sentido del humor (Simbad el Marino, Douglas Fairbanks Jr., MaureenO’Hara), la hechizante El Ladrón de Bagdad (nuevamente Sabu, ConradVeidt) o esta misma de El Príncipe Mendigo, de 1944 (Kismet, en su título original). Fastuoso vestuario y lujoso colorido en technicolor de la mejor ley eran virtudes que adornaban a este tipo de películas tal vez sobresaliendo demasiado por encima de sus méritos narrativos, que tampoco es que fueran superlativos precisamente (al menos en la de esta reseña), al contrario que otras enérgicas aventuras de espadachines que estaban localizadas geográficamente en otros escenarios del planeta, por ejemplo, en el Caribe o en la Europa del medievo (Robin Hood).