jueves, 2 de febrero de 2012

Años de celuloide y carburo

Leo en alguna Web una nota de alguien que afirma que sus películas favoritas son las de Charles Bronson.
Lo peor que tiene ese género de cine de los “justicieros” Charles Bronson, Van Damm, Bruce Lee, S. Seagal, Jackie Chan, Stallone y demás fauna es que pueden llegar a crear este tipo de público.

Tengo un recorrido más que dilatado como espectador cinematográfico. Desde aquellas entrañables películas del Tarzán en blanco y negro de los años cuarenta, -con el mejor Johnny Weissmuller-, las de Fu Manchú en el cine de los frailes, las de Sabú, las formidables pelis de James Cagney (aquel pedazo de actor que se solidarizó con la causa de la República); las entretenidas y emocionantes producciones que nos llevaban al desierto de Arabia, a Bagdad, a los bosques de Bretaña (más tarde descubriríamos que estaban rodadas en el desierto de Arizona o sin moverse los “héroes” del mismísimo Hollywood), de la mano de Gary Cooper, Paulette Goddard Burt Lancaster, Errol Flynn (otro que estuvo en España, con los republicanos), Clark Gable, Spencer Tracy, Wallace Berry, Jean Harlow…

en mi larga vida como espectador en los cines de ayer y de hoy he tenido ocasión de ver cine de “llorar”, como la lacrimógena Belinda, me harté de ver pelis de “indios”, de “pecar”, de “romanos”; pelis de “risa” de Cantinflas, de Sandrini, de Chaplin; pelis de  “gangsters”, con Richard Conte, E. G. Robinson, pelis de “piratas”, con Tyrone Power, Charles Laughton, Mauren O´Hara, pelis de “amor”, de Jorge Negrete, de María Félix, de Ray Milland, de Joel Maccrea, de María Móntez, de John Hall, de Pepe Isbert, de Manolo Morán, de Fernando Fernán Gómez; pelis de “carreras”, con la niña Margaret O`Brien y Micky Rooney; de “miedo”, musicales, religiosas, biográficas, de viajes, bélicas, de Liz Taylor y la perrita Lassy. Películas anticomunistas, películas en Cinerama en el Cine Albéniz y en el Proyecciones: Esto es cinerama, el mundo está loco, loco. Cine en Cinemascope, cine en “relieve” en el Monumental Cinema (Los crímenes del Museo de Cera). Cómo olvidar los hermosos carteles que pendían de la fachada de este cine…La Princesa de Cleves, con la bellísima Marina Vlady, La Princesa de Éboli, con la inolvidable Bette Davis, La diosa de la danza, con Diana Durbin, La vuelta al Mundo en 80 días. Aún recuerdo tardes, noches allí con el mejor Carlos Cano, José Meneses; a Carlos Puebla y Los Tradicionales, entre gritos de ¡¡Cuba, sí, yankis, no!!“. Películas en technicolor”, en “agfacolor”; cine de aventuras en cines de barrio, con sillas de tijera, en salas de estreno, en cines de verano y al aire libre, en “salas de “Arte y Ensayo”, en el Desierto del Sáhara llegué a ver una versión de Rebelión en la granja en dibujos animados. Cine en una sala de Nador (Marruecos), rodeado de gentes envueltas en nubes de humo de “kiffi”; películas que “daban” los curas en la parroquia, con misioneros que perecían en la nieve tratando de salvar a los “pobres negritos” de Fernando Poo. También “cine social”, de Carlos Saura, Bardém, Bressón, Montxo Armendáriz, Mario Camus, Marco Ferreri, Ricardo Franco.

¡Cielos! La cantidad de hambre que nos pudo quitar aquel cine de cuando las famosas “cartillas de racionamiento”; la España de las naranjas picadas, los boniatos cocidos en la hornilla, el tabaco de colillas y el inevitable NO-DO en los  años de posguerra. Cuánto cine desde aquella especie de garaje –con sillas plegables y sin nombre de cine siquiera- de la calle Embajadores. El cine del “Tío Tenazas”, le llamaban. Cine de Rafael Gil, de Benito Perojo, en ruidosas salas con acomodadores uniformados que, mientras en la pantalla ya “devoraban millas sobre sus briosos corceles los crueles pieles rojas” y los soldados del general Custer “mordían el polvo” en Little Bighorn, nos guiaban con el débil resplandor de su linterna por la maravillosa oscuridad del cine Legazpi, el cine Usera, con butacas de madera, con fuerte olor a zolopino, con el pesado y ceremonioso telón que cubría la gran pantalla antes y después de la proyección; con hombres que pregonaban el bombón helado y la gaseosa en los descansos. También con hombres huidos de la cruel represión: unos a Francia, otros en el “monte”. Millares de hombres y de mujeres padeciendo largas condenas en Ventas, en Ceuta, en el Dueso, en el Puerto, en Santoña, en Ocaña. Hombres y mujeres aguardando la “pepa” en aquel tenebroso entramado de cárceles en el que se convirtió España tras la derrota republicana; o tal vez una amnistía que se demoraba tras el avance de las tropas aliadas por la ya derrotada Alemania: “tal vez llegue a tiempo la petición de clemencia al Generalísimo y aún puedas conocer al chico, que nació mientras tú combatías en Teruel”. También hombres y mujeres que, en la cómplice clandestinidad de la penumbra, entre el beso de Clark Gable a Jean Harlow en Mares de China o los gritos de los “piratas” en el acto del abordaje del navío inglés, entre viaje y viaje del aventurero Marco Polo, cambiaban torpes caricias que, aunque no alcanzaran el clímax, contribuían a distraer por unas breves horas el frío y el hambre de sexo.
- Lo bueno que tiene llegar tarde a la película es que te ahorras cantar el Caralsol con el brazo alzado. Eso y tener que verle otra vez al “tío del Pardo”, en el NO-DO, prometiéndonos que en ningún hogar ha de faltar el pan ni la lumbre; que nada teman los que no tienen las manos manchadas de sangre-.    

¿Cuántas películas del gran Satyajit Ray y del soberbio Akira Kurosawa caben en una vida? ¿Cuántas de Eisenstein, cuántas de Ingmar Bergman, de Sanjinés, de Rossellini, de Visconti, de Gilo Pontecorvo? 
Cine en unas vacaciones en Coruña (Ninette), cine en un cine al aire libre, unas vacaciones en Guardamar, con el inolvidable El golpe de Paul Neuwan. Cine de Costa Gavras, en Segovia, a pocos pasos de aquel Hotel Las sirenas donde yo le pedía un autógrafo al formidable Yves Montand de La confesión, de Estado de Sitio, de Z, El salario del miedo. Cine en Albacete, en Tarifa, en el acuartelamiento de La Legión de Tauima (Melilla); La dama y el vaquero (¡¡en inglés!!), en la tele de un hotel de N. York; memorable sesión de cine en el Pequeño Cinestudio Magallanes, con la heroica Sierra de Teruel de Malraux y Max Aub; cine en Londres, en la sede del FRAP – aún éste en la clandestinidad-, con Morir en Madrid.

  Si a España se la confunde con el Museo del Prado, con el sol, con Manuel de Falla, con sus Torquemadas y con el ¡¡No Pasarán!! del treintaiseis; al Madrid de los años cuarenta-cincuenta-sesenta se le asocia con los 150 cines y los 23 teatros; los 5 frontones y las 12 piscinas, la media docena de gasolineras, los billares de Dr. Cortezo y de Callao…
Escribo estas notas ahora y no puedo por menos de evocar aquella nuestra remota España, y la no tan remota, de cuando Gilda y la famosa bofetada de Gleen Ford a Rita Hayworth, que los más chicos tuvimos que esperar a ver veinte o treinta años. Cine de Manuel de Orduña, Manuel Mur Oti, de Ignacio F. Iquino, Ladislao Vajda, de Ramón Torrado; pero también películas soberbias de Miguel Picazo, Angelino Fons, Mario Camus, Jaime Chavarri, Martín Patino, Alfonso Ungría, entre tanto John Ford, John Houston, De Sicca; tanto Welles, Wilder, Wyler, Renoir, Coppola, Fritz Lang, Hitchcock; tanto Carl C. Th. Dreyer, De Mille, y Rossellini. Cine de los Hermanos Marx, de Totó, de John Garfield; aquella inefable Vivir en paz, con el no menos inefable Aldo Fabrizzi. Tardes de cine en las salas del Madrid de 1945, con Stan Laurel y Oliver Hardy, domingos de sesión continúa en los desaparecidos cines de nuestra infancia y nuestra primera juventud: Cines Lusarreta, Pizarro; el América de Solo ante el peligro y de Más allá del Missoury. Cine Delicias de pelis como El cisne Negro, El sargento York, Una mujer marcada, Duelo de titanes, Monsieur Verdoux. Cine Alaska. Cines del Paseo Extremadura y Campamento…Albarrán, Astoria, Aluche, Extremadura, Chiki. Cines del barrio de Vallecas: San Diego, Excélsior, Avenida, Frutos. Cine Florida. Cine Falla y La muerte tenía un precio, Cine Fundadores, Espronceda. Cine San Francisco de Camino del Oeste, con Lily Damita y Gary Cooper –más tarde Hostal Reyes Católicos, donde se alojó en su día nuestro querido Max Aub a su paso por Madrid-. Cine Lenx, Los ángeles, San Cayetano, Rivera, Alvi. Cine Colón de Campanadas a medianoche. Cines Oporto,  Salaverri. Cine España, de General Ricardos y de Campamento; cines de Las Ventas, de la Avenida de Aragón, de Canillejas, de San Blas, Cuidad Lineal: Cine Canciller y una excelente La canción de Carol, de K. Loach, Cine Concepción (Fantasía), Cine Ventas, Cine Mundial, Cine Lepanto, Cine Iberia, Cine Simancas, Cine Aragón, Cine Las Vegas, Cine S. Blas, Cine Argentina, Cine San Félix, Cine Terraza Metropol de aquel imborrable La gran prueba, con G. Cooper, D. McGuire y A. Perkins, verano de hace 50 años, al aire libre; Cine Texas; Cine Pegaso, en la colonia del mismo nombre. Cine Toledo, Cine Bilbao, Cine Carretas, Chamartín, Chamberí, Velázquez, Vergara, Victoria, Voy, Cine X, Felipe II, Fígaro, La Flor, (luego Conde Duque), Castilla, Cine Doré: Matanza infernal, con Victor Mature. ¿1, 2 pesetas aquel 1951? Salas de la Gran Vía: Avenida, Callao, Actualidades, Coliseum, Azul, el Lope de Vega de Psicosis, Gran Vía, Rialto, Palacio de la Prensa, Palacio de la Música, Cine Alambra, Cine Argel, Cine Argüelles, Avemaría, Cine Amaya, con La prima Angélica en cartel y aquellos bárbaros secuestrando la película; Cine Apolo; mañanas en el Cine Imperial y en el Rex para ver las extraordinarias Lawrence de Arabia,  El Circo de Chaplin. Cine Progreso del formidable Fort Apache de Ford. Cine Alba, Cine Alcalá y un recital de Paco Ibáñez y R. Alberti. Cine Alcántara del remoto Julio César, con Marlon Brando y Louis Calhern. Cine Alexandra y las películas de Joseph Losey. Cines de sesión continua, con un fuerte olor a naranjas y a sudor flotando en el ambiente y con dos películas por una peseta. Heroicos cines de nuestra guerra, nuestra posguerra, como el Europa y el Olimpia, donde aún, en los descansos, podría oírse la voz de trueno de Pasionaria y de los lideres obreros llamando a la huelga general contra el Gobierno Lerroux, contra el fascismo y sus generales, contra la indiferencia de un  mundo que asistía pasivo al dramático espectáculo de ver desangrarse a la República Española…”compañeros, camaradas…¡¡No pasarán!!” Cine Canadá (Ciudadano Kane), Cine Cartago (Fresas salvajes), Cine Capri. Carolina, Candilejas, California, Cristal. Cine de la Torre de Madrid, El Españoleto, Emperador, la sala Elcano de Madame Butterfly. Cine Montecarlo de El puente sobre el Río Kway, Cine Carlos III de Perfume de mujer, Cine Chueca, Cine Dos de Mayo de La casamentera y La extraña prisión de Huntleight. Cines Alphaville, Ayala, Astur, Acteón, Barceló, Becerra, Benlliure, Bécquer, Bellas Artes, Bellas Vistas, Bellón, Cine Bogart, Cine Benavente, donde, de un día ver dos triviales películas, con el tiempo, transformado en teatro, pasamos a ver la terrible Doble historia del Doctor Valmy, de Buero Vallejo; Cine Calatravas, Cine Cid Campeador. La formidable Calle Mayor, de Bardem, en el Galileo; Cine Fátima, Cine Fundadores, Fantasio, Fuencarral, Goya. Cine Imperio, de la calle Cinco rosas (Con faldas y a lo loco), con su local de Falange y la bandera rojinegra en el balcón. Cines Infante, Jorge Juan, Liceo, Kursal, Lisboa. Cine Madrid de El bosque animado, el Mónaco, Mola, Morasol, Moratalaz, Oporto, Palafox, Cine Pelayo, con Levando anclas y Tambores lejanos; el Cine Gayarre, Cine Generalife, Gong, Granada, Griffith, Grucho Ibiza, Ideal, Imperio, Infantas, Iris, Lavapiés, Lido, Lopez de Hoyos, Maravillas, María Cristina, Marvi, Metropolitano, Montera, Montija, Muñoz Seca, Murillo, Nares Cinema, Narváez, Odeón, Oraa, Pálace, Palacio del Cine, Paloma, Panorama, Pavón, Pelayo, Paz, Peñalver, Pez, Pompeya, Praga, Princesa, Príncipe Alfonso, Príncipe Pío, Regio. Cines Renoir, Río, Quevedo, Real Cinema, Richmond, Riviera, Roma, Cine de la Rosa, Rosales, Roxy A y B, Sainz de Baranda, Salamanca, San Luís, San Miguel, San Pol (Lenny, Méjico Insurgente), Savoy, Sevilla, Tetuán, Tívoli, Toledo, Universal Cinema, Urquijo, Vallehermoso, Salaberri, Velázquez, Venecia, Verdi, Vista Alegre, Vergara, Versalles, Victoria, Voy, Cine Voz, con “la divina” Greta Garbo “muriendo” sobre la pantalla en Margarita Gautier, en brazos de su Armando (Robert Taylor)… En estas salas de encantamiento se domesticaba y se amansaba en aquellos años lejanos a aquellos mismos hombres que habían defendido durante tres años las puertas de Madrid de las tropas de los generales facciosos. En la oscuridad de aquellos cines, los combatientes de Líster, de Tagüeña, de Santiago Álvarez y del General Rojo, los que cruzaron una noche el Ebro, cuando todo parecía ya irremisiblemente perdido para la República; aquellos bravos hombres de Teruel, de la Casa de Campo, de Cerro Muriano, de Sierra Pandols y Sierra Cavals, eran adoctrinados para construir la nueva España del general Franco, a mayor gloria de la España “que soñaba José Antonio”, que decía la canción. Aquellos hombres y aquellas mujeres que habían cantado tantas veces el ¡Ay!, Carmela y las irreverentes estrofas del Himno de Riego…”si los curas y monjas supieran la paliza que van a llevar, bajarían del coro cantando: ¡libertad, libertad, libertad!”. Aquel Madrid mil veces humillado en los comedores del Auxilio Social, en las charletas del general Queipo de Llano; insultado, vilipendiado y ultrajado en el ¡”ya hemos pasao…”! de Celia Gámez.

Cines de El buen Sam, con Gary Cooper y Ann Sheridan, de las películas de Tony Leblanc y las de Glauber Rocha, de Capra y de Antonio Isasi Isasmendi. Madrid de las películas de Fassbinder y el de los teatros con obras en cartel de Alfonso Paso, pero también de Sean O’Casey y Alfonso Sastre. Madrid de las colas de vecinos con el cubo ante la única fuente. Madrid de las calles industriales de Méndez Álvaro y Ramírez de Prado “nevadas” de octavillas con llamamiento a la huelga y a la movilización obrera contra el franquismo. Tardes del Circo Price, en la Plaza del Rey, con Pompoff, Thedy y Nabuconodosorcito; de las charlas del Padre Peyton, el de Las 13 Rosas, el del 20N, el de las rebajas y el de Lauro Olmo, Marcelino Camacho, Buero Vallejo y las palizas en Gobernación. Madrid de Lardy, del diario Madrid, de Valle Inclán, Baroja, Galdós; el de Barea, Miguel Hernández, Machado, Lorca, Corpus Barga. Madrid de Primo de Rivera, de Millán Astray, el de los “desfiles de la victoria” por la Castellana; pero también el de las reuniones clandestinas en los barrios obreros para distribuir el Mundo Obrero y para organizarse contra la represión. También el Madrid de las lejanas “restricciones”, de las iglesias desmochadas por las bombas, el del tabaco de colillas, el aceite de ricino, las descargas de los fusilamientos en la madrugada de los campos cercanos al Cementerio del Este. Madrid de Alejandro Casona, de Manuela Malasaña, el de los atentados fascistas y el del “submarino” a Genoveva Forest en las dependencias de la Guardia Civil. El Madrid donde el padre entró al cine de su infancia por un “capón” del portero.
 El Madrid con su cine en el Nº 10 de la Puerta del Sol, el del incendio del Novedades…Madrid del general Riego ejecutado en la Plaza de la cebada, un 7 de noviembre de 1823 (ciento 113 años más tarde, ese mismo día, el pueblo de Madrid le da una lección al mundo defendiendo a ultranza una ciudad sitiada por los generales traidores.)

Es difícil hablar de aquellas películas de la infancia y escapar a la nostalgia, no dejarse atrapar por la melancolía por los tiempos y por los padres idos, por tanto ídolo del celuloide desaparecido. Tardes de cruzar el río Manzanares, por el Puente de la Princesa, agarrado de la mano del padre para ver Beau Geste, Revuelta en la India, Alí Baba y los 40 ladrones, Gunga Din. ¿En qué año vi yo El Lobo, de 1937, con aquel tan admirado como lejano Bob Steele? 
Si hay algo más cruel que la muerte misma es no conservar la memoria de los días de la infancia y las entrañables salas de El ladrón de Bagdad, con Sabú y aquella hermosa María Montez, La jungla en armas, Escuela de sirenas, Mercado de ladrones, Camarada X, Union Pacific, La mano que aprieta, Al rojo vivo, Mares de China, La jungla de asfalto y aquellas extraordinarias interpretaciones de Louis Calhern, Sterlig Hayden, dirigidos por el gran Houston. No olvidar, no olvidar jamás al gran Edmund Gwenn de Calabuch, al Van Heflin, la bella Jean Arthur, el ”malísimo” Jack Palance, al Brandon de Wilde y al Alan Ladd de aquella tarde del cine San Carlos de 1953, con Raices Profundas; al dignísimo periodista encarnado por Edmond O’Brien en ¿Quién mató a Liberty Valance? No olvidar a los heroicos personajes anónimos de Ladrón de bicicletas, de Roma, ciudad abierta, de Las actas de Marusia, de Surcos, Cómicos, ¡¡Bienvenido, Mister Marshal!!, ¡Ay!, Carmela, El pisito, Viaje a ninguna parte, Mambrú se fue a la guerra; aquel Pin, pan, pun…fuego, de F. F. Gómez, mientras en las casas las chicas casaderas aprendían a hacer sus labores acompañadas de los sabios consejos de doña Elena Francis.

Tardes de cine de barrio con pelis de Ken Maynard, Hopalong Casidy, Gene Autry…, y los hombres de Cristino García combatiendo y derrotando a las columnas nazis en Francia.
Tardes de cine y cartas con un breve “no me olvides” y el remite desde cualquier pueblo del Pirineo francés, mientras se prepara la invasión por el Valle de Arán.
Tardes de cine y mientras el grillo desgranando su canción en la casa, en el abismo de hojalata de un bote vacío. 
Tardes de cine, de la onza de chocolate entre el pan y de naranjas picada,s en salas donde se exhibían films de Carol Lombard.
Tardes de cine y…“ayer me lo “afusilaron”.
Tardes de cine y…“me dijo la monja que era niña, pero que nació muerta: Ni me la dejaron ver”.
Tardes de cine y…“huyó a Francia”.
Tardes de cine  y…“no regreses, de momento”.
Tardes de cine y…“¿me quieres?”
Tardes de cine y…“se llevaron todos sus papeles y sus libros”.
Tardes de cine y los barrenderos regando los ardientes adoquines de las calles con las potentes mangueras. Pero no se lleva el agua la tristeza, el miedo, la fealdad de los días.
Tardes de cine y…“cógeme al niño”.
Tardes de cine y…”atracaron el banco de la Calle Embajadores”.
Tardes de cine y…”murió, en Méjico, el poeta Luis Cernuda”.
Tardes de cine, de horas de encierro con las lecciones de Radio Maymo y la lluvia golpeando y lavando los cristales; baldeando la memoria de las ciudades.
Tardes de cine y…”puede que aún llegue a tiempo la conmutación de la pena de muerte, o la amnistía. O puede que se muera el Papa y…”
Tarde de cine y hoy pinta la tarde más desconsuelo.
Tarde de cine y…”tampoco hoy recibí carta de ella”.
Tarde de cine y…”los juzgaron en la Calle del Reloj”.
Tardes de cine con Charles Boyer, Hedy Lamar, Viveca Lindfors, Alida Valli, Peter Lorre, Marta Toren…y banderas de Falange en los balcones, en el lugar de los geranios de siempre.
Tarde de cine y…”cuando esté tendida en el balcón esta blusa de flores, no subas”.
Tarde de cine y… “ya no me casaré”.
Tardes de cine y de derrota.
Tardes de cine y…”ya no puedo más”.
Tardes de cine y…”déme un cacho de pan con aceite y sal, madre”.
Tardes de cine y…”cazaron al Caraquemada”.
Tarde de cine y un fuerte olor al carburo, a mondas de patatas y a verduras hervidas, flotando en el ambiente.
Tarde de cine y…”no le digáis al niño chico que fusilaron a padre”.
Tarde de cine y ayer falleció el Presidente Azaña.
Tarde de cine y Franco inauguró el  pantano y las “casas baratas” de un pueblo de las “regiones devastadas”.
Tarde de cine y…”la detuvieron por vender pan de estraperlo”.
Tarde de cine y…”también fusilaron a García Lorca”.
Tarde de cine y…”cogimos una lagartija y la cortamos el rabo. La lagartija ya estaba muerta pero el rabo aún se seguía moviendo”.
Tardes de cine y…”Angelillo es republicano”.
Tardes de cine, del Santo Rosario, de raspar con una hoja de afeitar el pupitre, de cantar caralsoles con el brazo en alto bajo la bandera enemiga, que velaba como un sudario  el balcón del colegio.
Tardes de cine y…”los rusos ya entraron en Berlín”.
Tarde de cine y…”ayer asaltaron un local de Falange en Cuatro Caminos y se cargaron a dos falangistas”.
Tardes de cine y Puré de San Antonio para comer y para cenar. Mondas de patatas, mondas de naranjas, cierre de la frontera de la parte de Francia por el fusilamiento de Cristino García, discursos de Franco.
Tardes de cine y…”está en Ceuta”…”está en El Puerto”…”está en el penal de Ocaña”…”está en Burgos”… “esta en Santa Rita”…”está en Comendadoras”…”está en al Modelo”…”está en Yeserías”, “esta en Santoña”…
Tardes de cine, de goles de Zarra y de “caídas” de Santiago Álvarez, Cazorla, Seoane, Larrañaga, Francisco Vitini, Girón,
Tardes de cine y una flor marchitándose al pie del retrato de los padres, fusilados ambos en el calor de los días de agosto, “por prestar ayuda a la rebelión”.
Tardes de cine y…la “Pirenaica” dijo anoche que de este año no pasa.
Tardes de cine y…”se retiraron los embajadores”.
Tarde de cine y…”llegaron a Barcelona los supervivientes de la División Azul” 
Tardes de cine y…”lloviendo sobre la memoria de él, que ni sé donde lo enterraron”.
Tarde de lluvia y…“hoy cumpliría cien años el que cayó en el Ebro, el que murió de disentería en cualquiera de los campos de Argelés, Barcarés, en Colliure…”

Tarde de cine huelga en la cuenca minera de Asturias.
Tarde de cine y huelga de tranvías en Barcelona.
Tarde de cine y murió Indalecio Prieto, y Alcalá Zamora, y Casares Quiroga, y Fernando de los Ríos, e Hidalgo de Cisneros,  Neruda, María Teresa León, los brigadistas Milton Wolf  y  Artur London, Pepe Stalin, “Piloto”,”Pinocho”…
Tarde de cine y…”detuvieron a Genoveva Forest y a otras mujeres cuando se manifestaba en Sol contra la carestía de la vida”.
Tarde de cine y…”colgaron una bandera republicana en los cables de la luz esta noche”.
Tarde de cine y…”dicen que Franco ha tenido un atentado, pero que ha salido ileso”.
Tarde de cine y…el Real Madrid campeón de la Copa del Generalísimo.
Tarde de cine y…”ayer salieron los falangistas en manifestación y gritando: ¡Gibraltar, español!
Tarde cine y…”PROHIBIDO HABLAR DE POLÍTICA”, “LOS ROJOS NO USABAN SOMBRERO”, “RESERVADO PARA CABALLEROS MUTILADOS”, “PROHIBIDO BLASFEMAR”...
Tarde de cine y…”hoy quizás esté nevando donde él permanece huido. Y ni siquiera puedo mandarle unos guantes de punto hechos con mis propias manos o una muda”.
Tarde de cine  y…”dicen que llovía a cantaros cuando murió César Vallejo”.
Tarde de cine  y…”ella se ha metido a puta para que los padres no se murieran de hambre”.
Tarde de cine y murió Cortazar, Benedetti, Saramago,
Tarde de cine y…“abuelo, ha muerto Franco,”… “abuelo, legalizaron el Partido y el Sindicato”…. “regresó Pasionaria, abuelo…”

Tarde de cine y… “que tarde todo. Si al menos viviera tu abuela…”

Desconozco la edad del admirador de los productos de Ch. Bronson, por lo que no puedo hacer desde aquí un análisis medianamente justo del público que los consume. Pero si algo queda más que claro es que, mientras te embrutecen con determinados mensajes destinados a alienarte, estás perdiendo un tiempo precioso que bien podrías emplear leyendo un buen libro o reuniéndote con gentes cuya problemática social quizá te toca muy de cerca. También te sugeriría que vieras La sal de la Tierra, que no abandones esta vida sin ver La batalla de Chile, Senderos de gloria, Cartas a una desconocida, Con faldas y a lo loco, La cantata de Santa María de Iquique, Novecento, Muerte en Venecia, El Gatopardo, Amarcord, Muerte de un ciclista… 

Otro día os hablaré de una noche en un parque tomado por gentes que acamparon durante casi un mes para intentar detener la guerra, con la improvisada proyección de una peli sobre la “caza de brujas” en Hollywood.

                                                             Ángel Escarpa Sanz


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