Segunda película como director de Carlos Iglesias (Un franco, catorce pesetas), que también interpreta y produce. "Fue un drama: Stalin no los quería soltar y Franco no los quería aceptar. Es un filme que sigue hablando de españoles fuera de su país".
Nuestra protagonista femenina se llama Paula, la hija de una familia acaudalada de derechas, con padre y hermano falangistas, que tuvo la mala suerte de quedarse embarazada de un hombre que se negó a casarse con ella; como no podía abortar, por creencias religiosas, ni asumir su maternidad fuera del matrimonio, se convierte en víctima de su propia ideología, y tiene que esconder a su criatura en un orfanato de Madrid. Al enterarse del inminente viaje de su hijo a Rusia, roba la identidad de una republicana muerta para ofrecerse de voluntaria como cuidadora de los niños, y de esta forma emprende un viaje terrible junto a su hijo rodeada de sus enemigos naturales a miles de kilómetros de su país y su gente.
En junio del 41, Hitler invadió la Unión Soviética, en septiembre estaba a dieciséis kilómetros de Moscú. Los convoyes de niños españoles huyen de la ciudad hacia Stalingrado. La continua llegada de tropas de refresco para la defensa de Moscú entorpece una y otra vez el viaje de los españoles; en una de estas paradas se les une un comisario político del Partido Comunista de España que va a curar sus heridas de guerra a Samarcanda; este personaje se convertirá en nuestro protagonista masculino: se llama Álvaro.
Declaración de intenciones
Para cualquier director, su segunda película supone un reto, más responsabilidad que la primera. Sobre todo si, como en mi caso, la primera, Un Franco, 14 pesetas, que habla sobre la emigración española a Suiza en los años sesenta, ha tenido un eco social tan importante. Ahora bien, creo sinceramente que con ESPAÑOLES nadie podrá sentirse defraudado: es una muy digna sucesora en donde, como en aquélla, se sigue hablando de españoles fuera de España, mostrando un periodo de nuestra historia y de la historia europea que no estaba contado en ficción.
La historia se desarrolla en escenarios naturales de gran valor visual, con un trasfondo bélico: Guerra Civil Española y Segunda Guerra Mundial, con personajes épicos a pesar de ellos mismos y de su humanidad. Mostrando, con equilibrio, las dos ideologías principales que movían y mueven al mundo, buscando un punto de encuentro que aporte algo más que el discurso manido de buenos y malos, porque entendemos que en el fondo todos los protagonistas se precipitan a su destino sin haber podido elegir…
El tema de "los niños de la guerra" me ha interesado desde que, cuando estudiaba en la Escuela de Arte Dramático de Madrid, tuve la suerte de tener a uno de esos niños como profesor de interpretación: sus recuerdos y nostalgias se me quedaron grabadas. El desarraigo, unido a las penalidades extremas que supuso la Segunda Guerra Mundial para el pueblo ruso, hizo que esa larga ausencia de tres mil niños españoles acompañados de unos cientos de voluntarios adultos se convirtiera en una de las epopeyas más trágicas de nuestra historia reciente. Es necesario, e incluso higiénico, dar a conocer esos hechos al gran público y ningún vehículo mejor que un largometraje con proyección internacional.
La película comienza en la Unión Soviética en 1942, que es el presente para la historia, e irá hacia atrás al Madrid de 1930, 1936 y 1941 para ir explicando las circunstancias de la protagonista. Hacia la mitad de la película, los saltos ya no serán hacia atrás sino hacia delante, y así pasaremos de 1942 a 1945, 1956, 1958 y 1975 con la muerte de Franco, responsable último del drama de los protagonistas.
La película se rodará en invierno en Suiza, recreando la Rusia central. La recreación del Madrid de los años treinta se hará en Alcalá de Henares, población cercana a Madrid que conserva perfectamente la estética del Madrid de aquellos años.
El estilo y tono de la película, pretende, desde la evolución, hacer un homenaje al cine épico, propagandístico, soviético de posguerra, recreando el neoexpresionismo ruso como su mayor aporte a la cultura cinematográfica universal. Películas más recientes como Masacre, ven y mira nos darían un ejemplo a seguir, si bien la parte que transcurre en España tendría unas connotaciones más cercanas al neorrealismo costumbrista como máxima expresión del carácter latino.
He dedicado un año a escuchar los recuerdos de 37 niños, ahora ancianos, que vivieron esa odisea; memoria que, con las estrategias que exige la ficción, se recoge en este guión que pretende ser fiel a los sentimientos que ellos me confesaron. Pedimos su ayuda para hacer posible este homenaje y poder llegar a tiempo para que los supervivientes puedan disfrutarlo en vida.
Carlos Iglesias. Marzo de 2011.
Para cualquier director, su segunda película supone un reto, más responsabilidad que la primera. Sobre todo si, como en mi caso, la primera, Un Franco, 14 pesetas, que habla sobre la emigración española a Suiza en los años sesenta, ha tenido un eco social tan importante. Ahora bien, creo sinceramente que con ESPAÑOLES nadie podrá sentirse defraudado: es una muy digna sucesora en donde, como en aquélla, se sigue hablando de españoles fuera de España, mostrando un periodo de nuestra historia y de la historia europea que no estaba contado en ficción.
La historia se desarrolla en escenarios naturales de gran valor visual, con un trasfondo bélico: Guerra Civil Española y Segunda Guerra Mundial, con personajes épicos a pesar de ellos mismos y de su humanidad. Mostrando, con equilibrio, las dos ideologías principales que movían y mueven al mundo, buscando un punto de encuentro que aporte algo más que el discurso manido de buenos y malos, porque entendemos que en el fondo todos los protagonistas se precipitan a su destino sin haber podido elegir…
El tema de "los niños de la guerra" me ha interesado desde que, cuando estudiaba en la Escuela de Arte Dramático de Madrid, tuve la suerte de tener a uno de esos niños como profesor de interpretación: sus recuerdos y nostalgias se me quedaron grabadas. El desarraigo, unido a las penalidades extremas que supuso la Segunda Guerra Mundial para el pueblo ruso, hizo que esa larga ausencia de tres mil niños españoles acompañados de unos cientos de voluntarios adultos se convirtiera en una de las epopeyas más trágicas de nuestra historia reciente. Es necesario, e incluso higiénico, dar a conocer esos hechos al gran público y ningún vehículo mejor que un largometraje con proyección internacional.
La película comienza en la Unión Soviética en 1942, que es el presente para la historia, e irá hacia atrás al Madrid de 1930, 1936 y 1941 para ir explicando las circunstancias de la protagonista. Hacia la mitad de la película, los saltos ya no serán hacia atrás sino hacia delante, y así pasaremos de 1942 a 1945, 1956, 1958 y 1975 con la muerte de Franco, responsable último del drama de los protagonistas.
La película se rodará en invierno en Suiza, recreando la Rusia central. La recreación del Madrid de los años treinta se hará en Alcalá de Henares, población cercana a Madrid que conserva perfectamente la estética del Madrid de aquellos años.
El estilo y tono de la película, pretende, desde la evolución, hacer un homenaje al cine épico, propagandístico, soviético de posguerra, recreando el neoexpresionismo ruso como su mayor aporte a la cultura cinematográfica universal. Películas más recientes como Masacre, ven y mira nos darían un ejemplo a seguir, si bien la parte que transcurre en España tendría unas connotaciones más cercanas al neorrealismo costumbrista como máxima expresión del carácter latino.
He dedicado un año a escuchar los recuerdos de 37 niños, ahora ancianos, que vivieron esa odisea; memoria que, con las estrategias que exige la ficción, se recoge en este guión que pretende ser fiel a los sentimientos que ellos me confesaron. Pedimos su ayuda para hacer posible este homenaje y poder llegar a tiempo para que los supervivientes puedan disfrutarlo en vida.
Carlos Iglesias. Marzo de 2011.
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